Me revelo y grito

por Tenamohuilxs

Hoy soy consciente de que mi cuerpo, mi mente y mi espíritu se despedazan en tus normas y tus leyes. Para el gobierno no soy más que un soldado. Un documento no define quién soy, ¿mi identidad? Me metiste en una urna sin mi consentimiento. Me revelo y grito “¡muerte a las leyes, muerte a las normas!”. El ruido que hacemos altera el aparente silencio que se ha impuesto. Porque el estado silencia hasta la muerte y la policía no nos protege. El sistema carcelario es clasista y racista. Si le cortamos la mano a quién roba, ¿cómo va a dar órdenes en el gobierno?  Llaman a nuestras manifestaciones guerra, pero la verdadera guerra es su genocidio. Me criaron en su sistema de odio, me hicieron olvidar quién soy, hasta que dejé de reconocerme en el otro. Sólo así pude matarlo. 

El feminismo sin conciencia de clase es contraproducente ya que la esclavitud no está abolida. Hay mujeres que son silenciadas por ser indígenas o por ser negras, no por ser mujeres. Además, no toda lucha antipatriarcal es feminista y no todo feminismo es abolicionista. La prostitución es un trabajo, trabajo sexual no es igual a trata de blancas. 

Las noticias abruman a la gente de información, la encierran dentro de una realidad plástica en la que lo que importa se decide desde arriba. Se silencia el cambio climático y los feminicidios. Los discursos racistas, homofóbicos y transfóbicos son aceptados como opiniones. Se nos enseña a callar, a escuchar pacientemente a los grupos de poder que hablan demasiado, ahogados en sus propia voz que les impide escuchar el mundo que se resquebraja. La institución religiosa como dominación y la política negligente se hunden bajo su propio peso que aplasta a la sociedad. 

Ahora me encuentro en el cementerio de los pensantes, a los que llaman “gente culta”. Su biblioteca no es una de historia blanca, sino que está nutrida con la mayor diversidad de culturas e historias, narraciones con diferentes venires. Les escucho y sus voces, aunque de distintas partes, se entretejen en una gran cultura que interactúa como un vitral: pedazos de vidrio rotos por la historia, pero unidos para formar una obra de arte. Observa y escucha a tu alrededor: te darás cuenta de que fuera de los museos también hay arte, el arte no es sólo lo que te venden, sino que crece en cada ser como una jungla misteriosa. El arte no es lucro, como tampoco lo es la naturaleza que el sistema capitalista intenta destruir. Que no te engañen: el capitalismo y la sustentabilidad se repelen como dos polos opuestos. Así que sé una semilla de limonero y rompe la urna volcánica en la que se nos encerró desde pequeños, un capullo maleable de ingenuidad Aprende a decir esa palabra que te prohibieron en la infancia, la opinión desvalida constantemente por alguien mayor ¡No vale más la opinión de alguien por ser mayor! Libera el pensamiento de su esclavitud, aprende a imaginar el futuro que nos fue negado. Por eso digo que soy orgullosamente un limonero que nunca dejará de traspasar sus raíces, aunque me cueste tiempo y trabajo. 

Es un nuevo día. Despierto. En mi mente gira a mil vueltas por hora la idea de llegar al salón de clases y preguntarme: ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Vale la pena mi esfuerzo? Mis padres me enseñaron esto pero ¿realmente sé hacerlo?  La educación en casa nos enseña a desenvolvernos en nuestro entorno, a crear (o reprimir) nuestra identidad y nuestros sueños. Pero si para mis papás sólo valgo cuando tengo 10, ¿Qué soy? Mis amigos me dicen: “Una calificación no mide tu inteligencia”, pero nos encontramos en una constante competencia en la que sólo quien tenga mejores calificaciones, quien trabaje más, logrará subir en la escalera social de un mundo capitalista. Descansar también es productivo.